May 6, 2024
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Por Armando Uribe-

La historia de la arquitectura contada en las escuelas occidentales no considera a la arquitectura informal como algo digno de ser estudiado. Comúnmente esta historia se centra en la arquitectura de las clases privilegiadas o en la arquitectura religiosa. La arquitectura que llamo informal es la arquitectura hecha por la gente que la habita, la arquitectura sin pedigrí. Esta no ha sido planeada ni diseñada por arquitectos o construida por “especialistas” constructores, tampoco se construye con el propósito de venderse, aparecer en alguna publicación o ganar algún concurso. Es tan poco valorada que no tenemos un nombre para definirla.

 

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¿Por qué tiene sentido comprender el valor de la arquitectura informal?

 

Aunque existen cientos de ejemplos que demuestran claramente la presencia del conocimiento tradicional, la arquitectura es tal vez la muestra más clara de algunas de estas tradiciones que aún se mantienen vivas. Este registro queda grabado en los métodos de construcción, en la forma arquitectónica y en la relación de espacios con el entorno natural. La arquitectura muestra la manera de pensar de las personas que la construyen, su entendimiento de las características climáticas del lugar, la topografía y hasta la manera en la que interactuamos y socializamos. En otras palabras, la arquitectura es un registro material y cultural que cuenta la historia de la evolución y la diversidad cultural que ha existido por milenios.

 

Hoy en día, prácticamente todos los materiales que utilizamos para construir vienen de muy lejos y son dañinos, no sólo para los ecosistemas y personas que habitan el lugar en el que se construye, sino que también afectan a los ecosistemas y personas que habitan en el lugar de donde se extrae la materia prima para producirlos. El costo ecológico de los procesos de construcción es altísimo y cada día más evidente. Sin embargo, menos evidente pero igual de grave, es la erosión cultural que producen estos procesos industriales.

 

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En México existen alrededor de cincuenta pueblos indígenas. Cada uno de estos pueblos ha producido y perfeccionado un tipo de arquitectura por cientos de años. La arquitectura informal se encuentra distribuida en prácticamente todo el territorio mexicano. Sin embargo al igual que nuestros bosques y ríos, este acervo cultural se está erosionado a pasos acelerados. Hoy son pocas las personas que saben cómo se construye esta arquitectura. A cualquier pueblo al que vayamos, si miramos con detenimiento encontraremos alguna ruina ejemplo de arquitectura informal que se ha mantenido erguida por más de cien años, algunos viejos recuerdan algunas historias de cuándo y cómo (técnicas ancestrales de construcción) se construyó. Como dice el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa “La arquitectura que ha predominado en los últimos treinta años se ha concentrado en generar un impacto visual instantáneo, en vez de una experiencia espacial a nivel existencial en el que intervienen todos los sentidos, la arquitectura ha adoptado la estrategia psicológica de vender una persuasión instantánea; las construcciones se han convertido en productos o imágenes carentes de profundidad existencial y de sinceridad.

 

Nos enfrentamos con enormes retos a nivel global, hoy más de la mitad de las personas vivimos en ciudades, la diversidad genética se está perdiendo, los bosques se están erosionado, los ríos que hace solo cuarenta años corrían limpios hoy están contaminados.

Mi hipótesis es que la arquitectura informal es un acervo cultural que contiene innumerables pistas extremadamente útiles para dar respuesta a los retos a los que nos enfrentamos, para regenerar nuestros ecosistemas y nuestra sociedad. Encontramos ejemplos como la arquitectura biodegradable de los kikapues, otro son las chinampas en Tenochtitlán, sistemas de aprovechamiento de recursos y producción de alimento intensivos, o la elegantísima casa maya con su adaptación al sitio y el confort térmico de su interior sin medios mecánicos.

 

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Otra parte de mi hipótesis es que para comprender y mantener vivo este acervo se requiere de métodos particulares. Múltiples culturas indígenas alrededor del mundo han mantenido vivas sus tradiciones por cientos de años. A diferencia de la información que adquirimos al leer un libro o ver un video, el conocimiento tradicional indígena se mantiene vivo en la memoria de las personas. Este tipo de conocimiento se transmite de manera oral y vivencial, del “maestro” a sus aprendices los cuales van desarro-llando las habilidades necesarias para comprender y utilizar este conocimiento en la vida práctica. Esta transferencia es un proceso de largo plazo y puede tardar varias décadas antes de que un aprendiz se convierta en un maestro. Desde esa perspectiva, el significado de maestro no es el mismo que hoy utilizamos para llamar a alguien que ha adquirido un título académico, más bien es un término que se refiere a que alguien ha adquirido suficiente experiencia relativa a alguno o varios temas de importancia para dicha comunidad. En el caso particular de la arquitectura, un maestro conoce los métodos de construcción así como los elementos arquitectónicos que ayudan a las personas a adaptarse a las condiciones climáticas de cada región. Como un ejemplo, en la lengua tzeltal (que pertenece al grupo étnico que habita en las montañas de Chiapas y lleva ese mismo nombre) la palabra jnopeswanej significa “aquél que hace a otros aprender” cargo que es otorgado a dicha persona por la comunidad.

 

Si bien la arquitectura informal se mantiene viva todavía, tenemos poco tiempo para reintegrarla y aprender sus lecciones para lograr que este conocimiento se transmita ya que las personas que saben cómo construirla son pocos y la mayoría son viejos. Llevar a cabo esta tarea significa que como personas nos convirtamos en eslabones y adquiramos el conocimiento basado en la experiencia para transmitirlo a los que vienen detrás de la misma manera.

Armando Uribe:  armando@coop9.org    www.coop9.org

 

fotografia: Armando Uribe, Jane Tait

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